El monopolio del poder lleva a la incertidumbre. Cuando un sujeto público o privado tiene a su haber una discreción para el uso de la fuerza (institucional o física) tiene un acervo incuantificable para doblegar voluntades, imponerse y mancillar la dignidad humana; conceptos impensable para las sociedades que aspiran al humanismo. El poder del Estado se reparte para logar la tutela de la dignidad humana con el fin inacabado y perpetuo de la democracia.